Pere Alegre es
una entidad y una fundación que vive de la solidaridad y la caridad de muchas personas que de forma
totalmente libre ayudan económicamente o prestando sus servicios como
voluntarios además de un personal sanitario preparado. En este Cottolengo se encuentran
personas con discapacidades físicas y psíquicas y diferentes malformaciones que
impiden e imposibilitan su valía para
cuidarse por sí solos.
Me parecía interesante
abordar este tema de una forma más directa y subjetiva. Por ello visité
personalmente el centro para así poder ver el funcionamiento de este tipo de
voluntariado. Hay que decir que no es un voluntariado fácil y que resulta algo
duro ya que ves realidades muy diferentes a las que estás acostumbrado y a las
cuales nunca te habías enfrentado.
La primera vez
que acudes como voluntario ves la proyección de un video dónde se explica la historia del
centro y su carácter religioso. Así puedes conocer la ideología de muchos de
los colaboradores y profesionales de este centro.
Cuando entras
como voluntario lo primero que hacen desde el centro es asignarte una planta.
Un detalle importante es que dividen a los voluntarios según su género; es
decir, los hombres solo podrán ir a la planta donde se encuentran los enfermos
varones y viceversa. Allí hay diferentes faenas por realizar como dar de comer,
poner baberos, repartir comida, pelar la fruta, encargarse de la higiene del
centro, hablar con los enfermos, distraerlos....
Los chicos
voluntarios normalmente salen con los enfermos a jugar algún partido de fútbol
para que así los pacientes puedan distraerse y tener una cierta actividad
física.
Hay que decir,
que las personas que se encuentran en este centro están en una situación
verdaderamente difícil y muchos de ellos no son capaces de articular palabra. Hay un alto
número de personas ciegas, con deformaciones y con problemas mentales de un
nivel considerable. No obstante, también te encuentras con personas que pese a
su deficiencia o problema físico hablan y dialogan con el voluntario u otros profesionales del Cottolengo.
Según palabras de los propios voluntarios del centro
acudir al Cottolengo les ha hecho darse
cuenta de lo afortunados que son, y de la suerte que tienen al tener una familia
(ya que muchos han sido abandonados por sus respectivos familiares), unos
estudios y unas metas de futuro por cumplir.